RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS
El desarrollo de la sociedad se concentra en respetar y promover en todas sus dimensiones a las personas y este se ha dado siempre de modo diverso. La mera acumulación de bienes y servicios, incluso en favor de una mayoría, no basta para proporcionar la felicidad humana tampoco la disponibilidad de beneficios aportados por el gobierno, incluso por la ciencia y la técnica. Por lo contrario, la experiencia demuestra que esta masa de recursos, si no es dirigida hacia el bien del hombre, se vuelve fácilmente contra él para esclavizarlo.
El mal no consiste en tener, si no en el poseer obstinado, cuando el hombre se llena de cosas y más cosas, olvidando que el “ser” es lo importante, no el tener. Los bienes indispensables son para el “ser”; por ejemplo, ser solidarios, agradecidos y contribuir a favor del desarrollo de las personas y de la sociedad. Para alcanzar este desarrollo, es necesario no perder de vista el parámetro mencionado. El hombre tiene una cierta afinidad con los demás, ya que es eminentemente social, no obstante, el desarrollo no consiste en poseer y controlar todas las cosas y los productos, sino más bien en compartir con los demás.
La vocación del hombre es el trabajo en acción que se convierte en un servicio, por ello, el hombre siempre es el protagonista del desarrollo, sobre todo cuando nos toca fructificar, sembrar y recoger. Si no lo hacemos así, la vocación se queda frustrada, considerarlo así nos ayuda a cumplir con nuestro deber, por ello, ¡urge la cooperación de todos en el desarrollo pleno de los demás, desde las familias, las empresas y la sociedad! Vencer los obstáculos como el egoísmo y el individualismo nos hacer crecer y desarrollarnos mejor como seres humanos. El auténtico desarrollo humano consiste en poseer un carácter moral y supone el pleno respeto a las personas, pero también se debe prestar atención al mundo natural y tomar en cuenta la naturaleza de cada “ser” y su conexión social. A diferencia de las etapas del desarrollo humano, el desarrollo auténtico del hombre y de la sociedad implica un crecimiento integral que va más allá del progreso material, enfocado al bienestar humano, la justicia social y la sustentabilidad, construyendo así una sociedad más justa y equitativa, en la cual se respete los derechos humanos y se promueva el desarrollo sustentable.
En efecto, te presento algunas las dimensiones para lograr un desarrollo auténtico del hombre y la sociedad:
Desarrollo integral: física, emocional, intelectual, social y espiritual.
Enfoque centrado en Dios: reconocer su presencia en la creación y en nuestras vidas.
Autenticidad y autorrealización: conocerse a uno mismo, aceptarse y buscar la coherencia entre lo que se piensa, se cree y lo que se hace.
Justicia y equidad: garantizar que todos tengamos acceso a todas las oportunidades.
Responsabilidad social: implica disminuir las desigualdades.
En resumen, el desarrollo auténtico es un proceso continuo de todas las personas. Así garantizamos también este desarrollo en la sociedad, sustentable, con justicia social y con la participación ciudadana para promover la cultura de la paz y el diálogo.