La resurrección de Cristo es un hecho real e histórico que genera manifestaciones actuales por la fe. Lo real abarca todo lo sucedido, así como los acontecimientos que ponen de manifiesto el testimonio de quienes han visto y han oído, con el cual dan lugar al reconocimiento de la resurrección de Jesús.
Creo que,
desde un enfoque histórico, la resurrección de Cristo es verdadera porque se
pueden ver aquellos hechos por los cuales se alcanza un cierto conocimiento,
utilizando los métodos aprobados por la historia. Esta metodología se utiliza
para comprender la veracidad que implica recurrir al conjunto de fuentes
primarias y secundarias que evidencian lo material: la tumba vacía.
La
cuestión de la naturaleza, por cierto caprichosa, supone incluso hacer una
propia reflexión sustentada en la tradición, en los escritos y manuscritos,
como la parte archivista y auxiliar del método científico en cuestión.
La resurrección
de Jesucristo al tercer día de haber sido crucificado, según se relata, es la
celebración más importante, pues se trata de la fiesta de la Pascua en la cual
se conmemora la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo que hoy llega
hasta nosotros, que también nos libera del pecado y abre el camino hacia la
vida eterna.
Los
testigos de la resurrección vieron signos y se guiaron por la fe en su conocimiento
de la verdad marcado por los tiempos y su reflexión por su anterior experiencia
con Jesús, por la cual fueron también iluminados a través de las escrituras que
él explicó; por tanto, el que trasciende la historia solicita la fe.
El
vínculo entre Cristo y su naturaleza supone la fe como respuesta a este gran
acontecimiento; si decimos que la resurrección es una realidad, entonces se
precisa también como hecho histórico, por lo tanto, se debe aceptar que la
resurrección es un acontecimiento de fe capaz de cambiar toda la perspectiva de
la vida.
La
narrativa del hallazgo de la tumba vacía para muchos no significa nada, ya que
se puede suponer que alguien se llevó o robó el cuerpo de Jesús, pero, por lo
que respecta a las apariciones, no se puede decir que éstas fueron alucinaciones,
aunque algunos, más adelante, en Pentecostés llamaron borrachos y locos a los discípulos
testigos de Cristo.
Sin la
fe, los signos tienden a desmoronarse; las personas y los acontecimientos son
cambiantes. Retomemos el hecho histórico de la tumba vacía y apliquemos la fe,
la cual es importante considerar, ya que la fe actúa sobre los signos, dando
coherencia y solidez para que por medio de ella no exista duda.
Por la
fe se acepta la unidad de la resurrección como un hecho real, histórico y
trascendente; esto puede representar una acción de Dios en favor de su elegido
y de todo su pueblo que somos nosotros. ¡Él nos da la salvación!
¿Qué
nos toca ahora a nosotros?
Nos
compete adherirnos al misterio pascual; vivir y verificar la resurrección de
Jesús en la vida de la iglesia y la promesa de una vida libre. El que vive esta
fe accede a la alegría de amar como Cristo ama. “Si Cristo no hubiera
resucitado, vana sería nuestra fe”.