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viernes, 13 de agosto de 2021

A 25 años de su muerte, ¡SIGUE VIVO!


Por Andrés Guzmán Olmos

Han transcurrido ya veinticinco años desde aquel 13 de agosto de 1996, en cuya noche, la fuerza física del Padre Juan Manuel Martín del Campo, no pudo más. Ése cáncer de próstata que había logrado hacer metástasis hasta los huesos y la vesícula biliar llena de cálculos que seguramente le provocaron crudísimas punzadas de dolor, llegaron a su fin.
El amor del Venerable Siervo de Dios para con los suyos, crecía conforme alguien se le acercaba o conforme él se desplazara para cumplir las exigencias de su obispo y de su ministerio sacerdotal, es decir, uno nunca se imaginaría cuán grande era, pues cada día, era un gramo, un kilo o una tonelada o toneladas más.
Su presencia en la arquidiócesis, a pesar de ser un sacerdote tranquilo, en ningún momento pasó desapercibida, gracia a él se recuperó el templo de la Virgen de Guadalupe, hoy Basílica Menor, se dio forma a la naciente comunidad de la actual Parroquia de San Pablo, fundó el Colegio México que a la fecha continúa brindando educación de calidad con objetivos pedagógicos claros tanto formativos como intelectuales, fundó el Albergue ATHECA (Ayúdame hermano, tengo cáncer), que también continúa brindando el servicio de asistencia y apoyo a enfermos con cáncer.
A pesar de tener veinticinco años de haberlo visto por última vez en su forma física, su presencia continúa entre nosotros a través de su herencia formativa y asistencial, así como también a través de su infinita intercesión.
Quienes lo conocieron, lo recuerdan con cariño, basta simplemente con tocar el tema con los mayores y de inmediato se escucha la respuesta emotiva: ¡ay si, mi Martincito!, ¡ah cómo no, el Padre Martín!, ¡dicen que era santo!, ¡ese sacaba a los demonios!, ¡yo me confesaba con él!, ¡el me dijo que pronto tendría mi casa!, ¡le pedí su intercesión para que me ayudara a conseguir mi plaza, y mire, llevo más de 20 años trabajando aquí, como él me dijo!, ¡me decía comadrita! ¡ah sí, mi padrino!, ¡era altote pero lleno de amor!, ¡yo creo que hablaba hasta con los animales, una vez un caballo no se controlaba y se acercó y le dio unas palmaditas y quién sabe qué le dijo, pero se calmó!, ¡me visitó en mi casita cuando yo estaba enferma, pero yo sabía que estaba internado en el hospital!, ¡quiero saber quién es, porque cuando me estaban operando, yo lo soñé y lo vi, y ahora que lo veo en esta estampa, vengo a saber bien es!
Con la coincidencia de estos testimonios, a 25 años de su muerte… sigue vivo…
¡Padre Martín, ruega por nosotros!