Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
En la 4T primero muertos que sencillitos. Había que
armar un show para darle la bienvenida a las primeras 29 mil dosis de vacunas
contra el Covid y lo armaron.
El show tuvo como protagonistas al Secretario de
Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; a la jefa del gobierno capitalino,
Claudia Sheinbaum; a diputados y senadores de Morena; al inútil secretario de
Salud, Jorge Alcocer y su muchacho Hugo López-Gatell. Nomás faltó el Nuncio
Apostólico para bendecir el acto.
La orden de Palacio Nacional fue terminante: “Vayan y cacareen
las vacunas aunque sean pocas. Tu Marcelo, di que dentro de poco llegará otro
embarque. Órale, muévanse”. Y se movieron.
Ningún gobierno de ningún país hizo la alharaca
realizada por los funcionarios mexicanos que estuvieron a nada de rendirle
honores de Jefe de Estado al antídoto.
Y lo que nadie quería que sucediera sucedió: la vacuna
se politizó.
El presidente de Morena, Mario Delgado, autorizó un
spot televisivo donde presume que el gobierno de la 4T aplicará la vacuna de
manera universal, cosa que han hecho absolutamente todos los gobiernos de este
país cuando se trata de vacunar a la población.
Sólo que Mario fue más allá al manifestar que su
partido donará la mitad de su presupuesto para la compra del antídoto. Y hay millones
de mexicanos que le creen de buena fe.
Pero aclarando amanece…
Cada peso que reciben los partidos políticos con el
nombre de prerrogativas sale del pago de tus impuestos, lector. Es decir, es
dinero tuyo. Que los políticos y sus partidos lo gasten a discreción eso es
otro rollo.
Por ejemplo, el pago de tus impuestos sirvió para las
bacanales que organizaba Javier Duarte, para que Manuel Bartlett comprara sus
lujosas mansiones y para las borracheras babilónicas que se ponen los legisladores
y otros funcionarios.
Los spa, los buenos restaurantes, el depa de
aquellita, los saraos en antros exclusivos con nenas increíbles, los viajes “de
trabajo” a Cancún y al extranjero, todo todo todo, absolutamente todo, lo
apoquinas tu.
Sé que no faltará el legislador que diga que sus
gustos y vicios los paga con su dinero, pero no es así. Ese dinero que gana por
levantar el dedo también se lo pagas tu; lo mismo que los trajecitos que
presumen, los vestiditos que lucen, los zapatos de ellos, las zapatillas de
ellas, el mantenimiento del avión presidencial y los gastos en Palacio
Nacional.
Cada despensa, cada ayuda a un Nini, cada apoyo a un
anciano, son producto de tu esfuerzo y no del señor que farolea en sus
mañaneras con los miles de millones de pesos que ha entregado a los
necesitados.
Por lo tanto, el costo de la vacuna que te pondrán de
manera gratuita no saldrá del bolsillo del presidente López Obrador que no le
da agua ni al Gallo de la Pasión, ni de la Secretaría de Salud, ni de la
Secretaría de Hacienda y menos de las prerrogativas de Morena, sino de tu peculio.
Tras los sismos del 2017 la entonces presidenta de
Morena, Yeidckol Polevnsky, anunció que su partido donaría la mitad de sus
prerrogativas a los damnificados. El INE le dijo que por ley no podía disponer
de ese dinero para darlo como dádiva, Yeidckol (que sabía eso), se rasgó las
vestiduras y acusó a los consejeros de insensibles e inhumanos. Al final Morena
no entregó ni un clavo aunque Yeidckol aseguró lo contrario.
Mario Delgado quiere repetir el numerito a sabiendas
de que la ley se lo impide, pero le vale gorro. Su intención es hacerle creer a
la gente que gracias a Morena habrá vacunas porque eso le agenciará votos a su
partido. Y reitero, hay mexicanos de buena fe que creen esas mentiras.
Que no te engañen lector, la vacuna tiene un costo que
pagarás tu. Como lo están pagando los filipinos en Filipinas, los franceses en
Francia, los argentinos en Argentina, los egipcios en Egipto, los japoneses en
Japón, los rusos en Rusia y así hasta darle la vuelta a todo el globo
terráqueo.
Es decir, no es el gobierno de México el que te
sostiene sino al revés. Eres tu quien tiene que soltar el billete para el pago
de todos los funcionarios públicos, de todos los partidos políticos, de todas
las obras públicas y de todos los apoyos gubernamentales.
“Sin nosotros, esa runfla de bandidos disfrazados de
liberales no serían nadie. Y tendrían que trabajar de a de veras para llevar el
sustento a sus hogares”, le escuché a un sonero jarocho. Y como no sé música, te
dejo nomás la copla.