SI CEDE LA LEY, MÁS DELINCUENCIA E IMPUNIDAD.
Por Rafael Arias Hernández.
A 445 días del final, de la alternancia de
mal en peor, no hay división de poderes, menos ciudadanización o participación
social reales, y los órganos autónomos son limitados y socavados. El colmo un
Congreso local ignorado, cooptado y secuestrado.
El PAN-PRD en el poder, para no poder.
Para los veracruzanos siguen y sobresalen,
las conocidas y padecidas pobreza, hambre e inseguridad en aumento; las persistentes crisis económica y de las
finanzas públicas estatales y municipales; y hay que agregar, la crisis institucional, resultado de mala y
peor administración pública y del insistente socavamiento del Estado de Derecho,
con más ineficiencia y delincuencia gubernamental; situación, que ha conducido y conduce a más
debilitamiento, parálisis o destrucción de instituciones y dependencias oficiales.
Ante falta de voluntad política, creciente
ineptitud y mediocridad, con la ineficiencia y ausencia de una buena atención oficial, se acumulan más
y más los problemas.
En su mayoría, ahora resultan, expertos en
excusas y pretextos, profesionales del escándalo y la distracción; auto-promovidos protagonistas de la desgracia
y desastres naturales; clientelistas, condicionadores y beneficiarios del
asistencialismo y desarrollo social, de programas oficiales contra la pobreza.
Más, ante presiones inflacionarias
desatadas por el PRI-VERDE del
despeñadero, donde los gobiernos, con
sus funcionarios y gobernantes tan inútiles como bien pagados, hacen poco o nada significativo (o importante)
para evitar o disminuir, el gran daño en
la ya de por si reducida capacidad de compra de la población.
Excepciones aparte, solo les preocupa y
ocupa, seguir en el poder, para
aprovecharlo, conservarlo o pasarlo a
socios, familiares y cómplices.
Así, Veracruz entra a su cuarto proceso de
elecciones consecutivas.
Cuatro años seguidos, en los que se ha
demostrado a costos muy altos, que dichas elecciones, además de ocupar
excesivos recursos públicos (materiales y humanos), mantienen y mantendrán a
políticos y gobernantes en lo que más les importa: la continuidad de la
impunidad.
No extraña que muchos se conviertan o
sigan de intocables y reciclables. Algunos,
hasta protegidos con injustificado
fuero.
VIGENTE Y APLICABLE LA LEY… DE HERODES.
Ante alternancia de la opacidad, hay que
insistir y preguntar: ¿de qué tamaño es el daño recibido y cuál es ya, el
acumulado? ¿A cuánto asciende el total-total de la deuda pública estatal y
municipal? ¿Dónde están los miles de millones de pesos presupuestados y
desaparecidos?
¿Y los resultados de la entrega recepción?
Crecen hartazgo e inconformidad social. El remedio
convertido ya, en muchas formas, en parte o el principal problema.
No es posible que ante la reiterada violación de las
leyes no se haga nada; y mientras, la impunidad simule, distraiga o llene de
olvido el asunto, hasta que aparece otro escándalo y lo desplaza de la atención
pública del momento,
No es posible, seguir sin hacer nada. Incluso, en
muchos casos, que se sabe de las lagunas
en las leyes, o su notoria falta de aplicación
o distorsión; y, a veces, de la existencia de mares y océanos tanto de negligencia,
ineficiencia y delincuencia gubernamental, como de desinterés y pasividad
social.
Si ganamos y
ejercemos el derecho de elegir a los representantes y servidores públicos,
igualmente tenemos derecho de revocar y evaluar permanentemente; a conocer sus
desempeños, lo que hacen (bien, mal o
peor) y lo que no hacen o dejan de hacer.
Urgen gobiernos legítimos; fortalecidos en confianza y representatividad social, no en
ineficiencia y rapacidad, de corrupción
e impunidad.
Mejorados y legitimados permanentemente. No sólo a través
de su obligada transparencia y rendición de cuentas, sino también en su exposición permanente a la
evaluación social y al escrutinio público.
Importante exigirles y recordarles, que son los primeros
obligados en fortalecer el Estado de Derecho; en los hechos, cumplir y hacer
cumplir las leyes vigentes; e incluso, proponer su actualización y reformas.
Sin excepción, tienen la ineludible obligación de transparentar sus actos, de
informar de todas y cada una de sus actividades y planes.
No es gracioso
favor personal, o voluntaria concesión monarquica. Todos están obligados a
aclarar las cosas, a dar explicaciones y, desde luego, a combatir desinformación y escándalo, con su
propia actitud, desempeño y ejemplo.
Para empezar, voluntad política verdadera, para
cumplir y hacer cumplir la ley. Y en caso de que no exista, proponer las reformas o creación de l normas,
de los derechos y obligaciones, para que se cubra esta falta. Aunque, ¿de qué
sirven buenas leyes si no se aplican ni cumplen?
Tener siempre presente, que la ley es
imprescindible para la convivencia civilizada y la solución pacífica de
conflictos y problemas.
Lo que se está viviendo, es un simple desplazamiento
de la justicia, por el ajusticiamiento y abuso de los poderes reales. Es
impostergable detener y erradicar
corrupción e impunidad, que afectan ya a muchas de las instituciones públicas.
Impedir que irresponsabilidad, complicidad y delincuencia
se conviertan en resignación, costumbre o sistema. ¿Qué tipo de sociedad
y de gobierno formamos y deformamos, sostenemos y dejamos a las futuras
generaciones?
Con voluntad y determinación, la solución es simple, aunque
no fácil ni rápida. Demasiados intereses, obstáculos limitaciones y
resistencias. Pero no hay de otra: empezar por cumplir y hacer cumplir. Que no
ceda la ley, empezando por quienes las hacen y, en general, los que tienen la
responsabilidad de gobernar.
DE LO FACIL A LO DIFICIL.
Imprescindible insistir: oportuna y autentica transparencia
y rendición de cuentas; evaluación social,
fiscalización objetiva y deslinde oportuno de responsabilidades, de
reconocimientos o señalamientos. A partir de los resultados y condiciones
existentes, determinar que es un acierto
y que un error.
Precisar logros y avances, pendientes y retrocesos. Distinguir fortaleza de
debilidad, para determinar capacidades, alcances y limitaciones.
Se ha dicho y
hay que repetirlo. El problema no es casual, tiene orígenes, causas y
responsables. El proceso es tan conocido como persistente o recurrente.
Se debilitan las
instituciones con discrecionalidad, excesivo
protagonismo autoritario e irresponsabilidad de servidores públicos, de todos
los órdenes de gobierno, que se supone están obligados a hacerlas funcionar bien.
Determinante servir no servirse.
*AcademicoIIESESUV @RafaelAriasH.
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