Por Rafael Arias Hernández.
Los que están y ya se van. La banda
que manda, hace todo lo posible para impedir el cambio real ordenado por la
ciudadanía, para evitar la alternancia y concluir la era de más de 86 años de
priismo en la entidad.
Ahora resulta que para hacer
Justicia, a los millones y millones de veracruzanos
que padecen daños y efectos de gobiernos
de ineptos y corruptos, hay que obligarlos a presenciar y esperar el final de un ridículo, inconsistente
e inútil proceso interno, impuesto por un grupo de políticos decadentes e
irresponsables y en muchas formas cómplices, sin credibilidad ni confianza
ciudadana y social, de supuesto partido político en donde el castigo final es
que no hay castigo.
Viejo y conocido sistema de
simulación y engaño, que usa
entretenimiento y manipulación, para encubrir y ayudar a ineficientes y
delincuentes en el gobierno. Otra forma más de distracción y obstrucción de la
justicia Total, como siempre, no pasa nada, a
pesar de los incalculables daños, cuantiosas pérdidas y evitables injustos sacrificios,
de la ciudadanía y de la sociedad.
Poco importa la enorme y creciente evidencia
pública del gran atraco, perpetrado por singular banda o “pandilla juvenil”,
que ha desaparecido miles de millones de pesos del presupuesto estatal, que ha
creado numerosas empresas fantasmas, así como transformado a dependencias fiscalizadoras oficiales, también
en inútiles o “fantasmas”, como la
Contraloría General y el Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS); y que ha
ocasionado importantes y numerosas pérdidas de recursos y oportunidades,
contribuyendo a que millones de veracruzanos sigan en la pobreza y el hambre,
en inseguridad e inestabilidad. E incluso, que instituciones y dependencias,
como Ayuntamientos, Instituto de
Pensiones, UV, Poder Judicial y muchas
otras, estén siendo severamente debilitadas y hasta fracturadas.
¿QUE HACER CON INEFICIENCIA Y
DELINCUENCIA GUBERNAMENTAL?
Como es costumbre, ¿hacer como que se hace, frente a tanta
ineptitud, mediocridad, delincuencia e impunidad de responsables y culpables?
Mientras tanto, es notorio que los
problemas crecen y se complican. Comprobando que no se van a resolver solos, ni
con el paso del tiempo. Mucho menos con contextos económicos nacional y mundial
difíciles o adversos.
Lo recomendable es muy simple. No
hay que desviar la atención de la cuestión central. En Veracruz, durante estos
años, se ha cometido un gran atraco, de
proporciones singulares. Como nunca antes,
cinismo y descaro se hacen presentes y no pasa nada. Su gobierno estatal
y demasiados gobiernos municipales han sido asaltados, saqueados, vaciados,
despojados o atracados.
Y por si fuera poco,
injustamente endeudados en exceso; e
incluso, hasta privatizados en algunas de sus áreas, parcial o totalmente, para
facilitar o hacer ventajosos negocios con socios, familiares y amigos, como el
caso del agua en el Puerto de Veracruz.
En resumen, el desastre no tiene
parangón, pérdidas y sacrificios tampoco tienen
comparación. Lo que tampoco puede olvidarse ni
minimizarse, es una ancestral lección, muy
simple. Los criminales no solo están en las calles, en la obscuridad y
en sus guaridas.
Por desgracia están en todas partes,
en el mismo gobierno al que se
supone confía, y se encarga
perseguirlos, combatirlos, erradicarlos, procesarlos, castigarlos y,
hasta rehabilitarlos, una vez que cumplen con sus correspondientes sanciones.
Desde siempre se sabe que prevenir,
enfrentar y erradicar ineficiencia y delincuencia no es asunto que pueda y deba
reducirse solo al tradicional enfoque de policías, fiscales, jueces y
carceleros , enfrentados a delincuentes,
hampones y bandoleros.
Asunto público de enorme importancia
y trascendencia social, que requiere de una amplia y creciente
participación ciudadana; y, para empezar, de una reconsideración social y
gubernamental actualizada, para determinar la gravedad y características de la problemática.
Sobre todo, como consecuencia de lo
que es público y notorio. Se incrementan casos de criminales que también operan desde las estructuras
oficiales; están dentro por elección, nombramiento o designación. Escandalosos
casos de cuestionados personajes públicos, que gobiernan o son funcionarios a
cargo de dependencias, instituciones, órganos autónomos o poderes.
En fin, abundan muestras de
ineficiencia y delincuencia, ineptitud y complicidad, encubrimiento y
omisión, participación y corrupción son, en muchas formas, dos caras de la
misma moneda oficial.
Resultando que hay innumerables ejemplos,
en los que se ha demostrado y demuestra, que usan y abusan, ponen y disponen,
sustraen y distraen, aparecen y desparecen recursos públicos y atribuciones institucionales.
Y también, se debe mencionar para
contribuir a ese necesario análisis y diagnóstico actualizado, que en las estructuras gubernamentales, en la
burocracia en general, hay otros participantes, pasivos o interesados, que dejan
hacer y hasta facilitan, permiten y toleran, van de la complacencia a la
complicidad. Defraudan y engañan, ignoran o minimizan, no hacen ni intervienen.
En el colmo, se sabe que muchos simulan
hasta la exageración o simplemente no hacen caso y nada les importa, excepto
los pequeños placeres rutinarios y sus grandes privilegios o ventajas,
intereses o beneficios extraordinarios. La
intocable zona de confort que la mediocridad de la burocracia crea y
privilegia.
Dicen estar interesados en combatir
y anular a ineficientes y delincuentes; y con mayor insistencia, aseguran que
pretenden combatir al hampa gubernamental sin aplicar la ley; sin exigir su
cumplimiento completo y cotidiano, ni permitir que otros lo hagan.
Contribuyendo a que
buena parte de la ciudadanía y la sociedad en general, permanezcan en el desinterés
y el conformismo, sin exigir transparencia, información veraz y actualizada; sin
reclamar acceso fácil e inmediato a la información pública; sin demandar
rendición de cuentas real y efectiva; y tampoco requerir fiscalización verdadera y evaluación social
permanente.
Siempre oportuno insistir, que se
debe aprovechar la oportunidad de iniciar un cambio verdadero. Empezando por limpiar y poner a todos frente
a la Justicia: consolidar y fortalecer lo bueno; y, al mismo tiempo, combatir y
erradicar ineficiencia y delincuencia en el gobierno.
Antes y después de todo, tener
siempre presente que muchos otros
problemas y necesidades de los
veracruzanos, también exigen urgente y
verdadera atención oficial. Hambre, pobreza, inseguridad,
desempleo, falta de servicios de
educación y salud, y más mucho más.